PODER (Parte 1 de 2)

Conferencia de Neville Goddard – Fecha: 23-07-1968

El tema de esta noche es el poder. No me refiero al poder del César, estoy hablando esta noche del poder de Dios, porque aquí en este mundo del César creo que todas las naciones admitirían que esta tierra (país) nuestra es por mucho el mayor poder en el mundo del César: poder económico y poder militar. Y aquí estamos, contra una nación de décima categoría, y tenemos en nuestras manos la guerra más larga de nuestra historia. Decimos que tenemos un objetivo y que tenemos los medios para lograrlo, pero no estamos dispuestos a utilizar los medios que tenemos. Pues bien, modificar el objetivo para adaptarlo a los medios que estemos dispuestos a utilizar. Eso pertenece al mundo del César. Si no modificamos el objetivo para adaptarlo a los medios que estamos dispuestos a utilizar, entonces cortamos el anzuelo y lo olvidamos, y olvidamos el dicho: “salvar las apariencias”. Pero no me refiero a ese tipo de poder. Estoy hablando del poder de Dios, que en las Escrituras se llama “Jesucristo”. Pablo define a Cristo como “el poder de Dios y la sabiduría de Dios”. Aquí encontramos sabiduría y poder exaltados y personalizados como compañeros de Dios en la creación del mundo. Ese poder es tu maravillosa imaginación humana. ¡Ese es el poder de Dios! Ese es Cristo. En lo que a mí respecta, ese es Jesucristo de las Escrituras.

Ahora, esta noche estamos hablando de este poder. El primer evangelio es Marcos, y las primeras palabras que encontramos en los labios de este poder son: “El tiempo se ha completado, y el Reino de Dios se ha acercado. Arrepentíos y creed en el evangelio.” (Marcos 1:15, traducción Moffatt) Ahora, la palabra “arrepentíos” como la usamos en el mundo, no es lo que las Escrituras quieren decir cuando se usa aquí. Nosotros lo interpretamos como sentir remordimiento, lamentación. Eso no tiene nada que ver con la palabra arrepentirse. Es griego de: “Metanoia”, un cambio radical, realmente un cambio radical de actitud; un cambio de mente radical.

Puedo ver un objetivo, y luego todo me dice: “Bueno, ¿no puedo realizarlo? ¿Acaso tengo el poder para realizar un objetivo? Les digo que sí lo tenemos; tenemos el poder. Bueno, ¿cuál es el significado más profundo de “Poder” sino la efectividad en lograr el propósito que uno tiene en la vida? Bien, entonces, yo tengo un propósito. ¿Acaso tengo el poder? Les digo a todos: Sí. Tú puedes imaginar el final, ¿no es así? ¿Puedes imaginar cómo sería si fuera cierto? ¿Puedes sentir cómo sería si fuera cierto? Bueno, entonces, ¡eso es poder! Ahora, ¿puedes persistir en él? ¿Acaso puedes permanecer fiel al final como si ya fuera cierto?

Ahora, no me importa cuál es el objetivo. Tú tienes el poder para lograrlo si sabes que este poder es el poder de Cristo. Porque todas las cosas son posibles para él. Él, es personificado en las Escrituras. Veamos como lo personificaron primero. Leerán en el capítulo 8 del libro de Proverbios, en el versículo 22 hasta el final, el versículo 36, y estas son las palabras: “Dios me poseyó al principio de su camino, el mismísimo primer acto de tiempos pasados.” (Proverbios 8:22) Una traducción dice: “Él me creó”; (Moffatt), pero esa no es una buena traducción. No puedo decir que yo creé mi capacidad de pensar. Puedo desarrollarla, pero ya estaba conmigo desde el principio. No puedo decir que creé mi capacidad de imaginar; ya estaba conmigo. Podré no imaginar correctamente, pero ya estaba conmigo. Así que Dios me poseyó al principio de su camino, el mismísimo primer acto de tiempos pasados, antes de que trajera a la existencia el universo, antes de que estableciera los fundamentos de la tierra, Yo estaba a su lado como un pequeño niño. Yo era su delicia del día a día, regocijándome todo el tiempo en su presencia, regocijándome en su mundo habitado. “Ahora hijos míos, escúchenme, aquel que me encuentra, encuentra la vida y obtiene el favor del Señor, pero aquel que me erra, se lastima a sí mismo. Todos los que me odian, aman la muerte.”

Leerás estas palabras en el capítulo 8 de Proverbios. Aquí es personificado como un pequeño niño, el compañero de Dios en la creación del mundo. Cuando lo lees, no tiene sentido, pero les digo por mi propia experiencia personal, habiendo practicado el arte del arrepentimiento y habiendo experimentado el nacimiento de arriba, con el pequeño niño, sé exactamente lo que el profeta quiso decir cuando fue inspirado a escribir estas palabras. Un día encontrarás este poder creativo en ti, personificado como un pequeño niño. El mundo entero lo ha malinterpretado completamente, y piensa que es un pequeño niño envuelto en fajas que fue encontrado por los pastores hace dos mil años. Esa es una señal del nacimiento en el hombre, del poder creativo de Dios. Así que Dios está en realidad, trayendo este poder creativo en el hombre, y cuando es traído al nacimiento en el hombre para que el hombre se convierta en parte del poder creativo del universo, es la señal de su nacimiento – la señal de su consciencia de él – es aquella de un pequeño niño. Así que aquí, yo era como él; yo estaba a su lado como un pequeño niño cuando trajo a la existencia el universo. Entonces, así como en todos, al hacerme nacer como parte del poder creativo del universo, la señal de mi llegada en ese punto es simbolizada en el nacimiento de un pequeño niño. Cuando yo encuentro al niño, he encontrado la vida. Ahora tengo vida en mí mismo. Ya no soy más un cuerpo animado; soy un espíritu que da vida. Si lo erro, me lastimo a mí mismo. “Todos los que me odian, aman la muerte.”

Ahora, este mundo es el mundo de la muerte. Así que le cuentas la historia al mundo, y la mayoría preferiría tener el edificio que está cruzando la calle, o este edificio – o algo que para ellos sea seguro – que saber sobre un poder. Arrebátame el edificio, destruye el edificio, pero ¡déjame el poder que lo pueda recrear! No me quites el poder creativo, pero quítame todas las cosas que creo. El mundo prefiere tener las cosas creadas, que el poder para crear. Entonces: “Aquellos que me odian, aman la muerte.” Están enamorados del mundo entero que se deteriora. Todo lo que está construido hoy, se desvanece gradualmente. Viene al mundo, crece, mengua y se desvanece. Pero déjame el poder para traer cualquier cosa a este mundo, y quítame – si es lo que quieres – cualquier cosa que yo traiga al mundo, pero no me quites el poder creativo, para que así pueda crear lo que sea en este mundo.

Ahora, ¿a qué se refiere con arrepentirse? Se refiere a esto: poner a prueba la habilidad del individuo de entrar y formar parte, de la naturaleza de lo opuesto.

Yo veo a alguien, y veo que están detrás de la bola ocho financieramente. Tienen que pagar el alquiler, tienen que comprar ropa, alimentarse a sí mismos, y quizás tienen obligaciones en la sociedad – otros a quienes alimentar, otros a quienes vestir. Puede ser un padre o una madre. Y me los encuentro y están desempleados. Ahora, yo pongo a prueba mi habilidad de ponerlos en un estado donde ellos están completamente empleados. Los traigo ante el ojo de mi mente, y me los represento como si estuvieran completamente empleados, y en el grado en que soy auto-persuadido de la realidad de lo que estoy viendo, y escuchando, y haciendo, en ese grado ellos se convierten exactamente en lo que yo estoy haciendo, todo en mi imaginación. Bueno, si mañana o en el presente inmediato ellos realmente se amoldan externamente a lo que yo estoy haciendo internamente, yo he encontrado el poder creativo.

Lo pruebo nuevamente con otra persona. Lo pruebo aun una vez más con otra, y continúo probándolo, y funciona. Bueno, entonces, lo cuento, y les pido a todos los que me escuchen y me crean, que lo prueben. Vean si no pueden ejercitar el mismo poder en ustedes. No es un poder diferente. Existe sólo un Cristo. No hay innumerables pequeños Cristos corriendo por ahí en la tierra, hay solo un Cristo, y ese Cristo es tu propia maravillosa imaginación humana.

Así que, si yo ejercito mi imaginación y se prueba a sí misma en acción, y luego tú ejercitas tu imaginación y se prueba a sí misma en acción, es la misma imaginación – individualizada como Neville, individualizada como tú, sin importar tu nombre. Luego lo compartes con otro, y se lo cuentas a otros. Bueno, si yo puedo contarlo al punto tal que son persuadidos en probarlo, y al probarlo se prueba a sí mismo en la prueba, entonces lo he encontrado. Así que cuando leas en las Escrituras: “Lo he encontrado” (Juan 1:45), ¿Encontrado a quién? “He encontrado a aquel sobre quien Moisés y los profetas escribieron en la ley, Jesús de Nazaret”. Bueno, la palabra “Jesús” simplemente significa lo que “Jehová” significa; que es “salvación”. Significa: “Salvar”.

Si yo salvo a alguien de la pobreza al ponerlo en un estado de afluencia, bueno, entonces eso es Jesús. Estoy ejercitando el mismo poder. Si alguien está enfermo y me lo represento como si fuera la personificación de la salud, y él se amolda a eso, entonces eso es Jesús. Él lo salvó. ¿De qué? ¡De estar enfermo! Si lo pruebo, y lo pruebo y lo pruebo y se prueba a sí mismo, ¿qué importa lo que piensen otros? ¿Qué importa lo que cualquier otro piense respecto a lo que yo estoy hablando? Yo solo sé que se prueba a sí mismo. Funciona. Bueno, si funciona, pruébalo. Así que este es el poder del que estoy hablando, no alguna pequeña cosa peculiar en lo exterior. Tú no lo compras. Es innato. Tú lo ejercitas.

Así que se te dice que te arrepientas, en el comienzo del ejercicio de este poder, y cuando llegas a cierto grado de intensidad, ese poder nace. Nace en ti y es personificado como un pequeño niño, y tú puedes sentirte a ti mismo saliendo de tu propio cráneo. Y he aquí un pequeño niño envuelto en fajas, y es tu niño. Ahora, tú no has formado a un pequeño niño en tu cabeza. El niño es un símbolo de tu nacimiento de arriba. Es una señal de tu llegada a la corriente creativa de Dios. Ahora eres uno con el poder creativo de Dios, y sólo existe Dios, nada más que Dios. “El hombre es todo imaginación, y Dios es el hombre, y existe en nosotros y nosotros en él.” El poder creativo de Dios es la imaginación del hombre. Eso es Jesucristo mismo. No hay otro Jesucristo. Así que de repente te das cuenta que esto es de lo que el mundo está hablando. Lo han puesto en el exterior y han hecho un pequeño dios de él, cuando él está morando en todos.

Ahora, déjenme que les muestre, desde mi propia experiencia, lo que sé sobre esta ley. Yo puedo desperdiciar el poder en el mundo del César. Lo estamos haciendo de a billones cada año con nuestra pequeña guerra y todas las tonterías que tenemos en el mundo. Este poder, no lo puedes desperdiciar. Podrás mal usarlo, pero no puedes echarlo a perder. Puedo mal usarlo en cada momento en el tiempo al imaginar cosas desagradables sobre la gente, cosas desagradables sobre mí mismo, y puedo usarlo odiosamente – pero no puedo echarlo a perder. Les mostraré por qué no puede ser desperdiciado.

Una noche, muchos, muchos años atrás, me encontré de repente con dos seres. Yo soy el que los está percibiendo, así que éramos tres, pero yo soy el que percibe. Aquí, por arriba mío, estaba parada la mujer más hermosa que se puedan imaginar, un ángel – un ángel de belleza y de todo. ¡Ella era amorosa! Y debajo mío estaba la cosa más monstruosa que el hombre podría concebir, cubierto de pelos como un simio, pero podía hablar. Hablaba con voz ronca. Lo miré, y me miró y señaló a este ser hermoso y angelical, y la llamaba a esta mujer, “madre”. Bueno, yo estaba tan perturbado con esta cosa monstruosa que la golpeé. Se regodeó. Le encantaba la violencia; se alimentaba de violencia. Cada vez que yo era violento, se hacía más fuerte. Y este hermoso, brillante ser… a este, lo llamaba “madre”. Y de repente, mientras golpeaba a esta cosa, me di cuenta: pero si esto es la encarnación de toda mi energía mal usada, mientras que la otra es la encarnación y personificación de cada pensamiento noble que he entretenido. Miré a esta cosa; no tenía a nadie con quien maldecir. Sentí una compasión que nunca había conocido. Miré a esta cosa monstruosa y me di cuenta de que es tan solo el resultado de mi propia energía mal usada. Nunca debería haber nacido. Y me dije a mí mismo, “Te redimiré, aun si me lleva toda la eternidad.” Y me prometí a mí mismo redimirla, y ¿sabes lo que sucedió? En ese mismo momento, ante mis ojos, la cosa entera se marchitó. La cosa monstruosa, la encarnación del poder – esa cosa horrible – se hizo cada vez más pequeña y más y más pequeña, y no dejó ni rastro de haber estado presente. Pero a medida que se hacía más y más y más pequeña y desapareció, ¡la energía volvió hacia mí! Sentí poder infinito. Sentí como si pudiera haber hecho cualquier cosa para que el poder volviera a mí. No fue desperdiciado, fue mal usado, pero no perdido. “Nada se pierde en mi montaña sagrada.” (Isaías 11:9)

Entonces, no puedes perder el poder. Puedes mal usar el poder, pero no puedes perderlo. Pero eres confrontado un día, con una cosa monstruosa como ésa. Yo sé exactamente lo que hice. No vas a esperar para redimirlo. En ese mismo momento que te comprometes contigo mismo, lo dices en serio, “Te redimiré aun si me lleva toda la eternidad” – en ese mismo momento esa cosa monstruosa se marchita. Se hace más y más pequeña, y la otra brilla; se hace radiante como una estrella. Ella es la encarnación y la personificación permanente – haciéndose cada vez más grande – de tus propios maravillosos pensamientos. Cada acto amoroso tuyo, la alimenta a ella. Cada acto innoble tuyo, lo alimenta a él; y ellos caminan contigo. Este te susurra las cosas maravillosas, alentándote a que seas noble, y este otro te susurra las cosas violentas. Si te encuentras en una encrucijada respecto a qué deberías hacer, este se quiere alimentar. Sólo puede alimentarse de violencia, y esta otra sólo puede alimentarse de los pensamientos amorosos y nobles del hombre. ¡Y el hombre los crea! Tú ves a tu propia creación, y es todo el mismo poder de tu propia maravillosa imaginación humana. Desde ese momento, tú sabes quién eres. Tú eres un poder creador, y sales a cambiar todo en tu mundo para amoldarlo a algo más amoroso. Y no lo haces en el exterior; lo haces en el interior. Lo haces todo en tu imaginación.

La imaginación es Dios, ¡y no hay otro Dios! Su nombre es, “YO SOY”, por siempre y para siempre. ¡Eso es Dios! Y aun así, cuando conozcas la personificación como tu propia imaginación, tú ves a un hombre, y ese hombre es Amor Infinito. También lo conocerás en otra vestidura, y ese es Poder Infinito. Él es Sabiduría Infinita. Y te darás cuenta de que el ser que realmente eres es un ser proteico. Él interpreta todos los papeles. Cuando te encuentres con él, su ser fundamental es Amor, pero también es poder, y lo ves como Poder. También es sabiduría, y lo ves como Sabiduría. Y no tienes que hacerle ninguna pregunta como: ¿Quién eres? Es tan obvio que estás parado en la presencia del Poder Infinito, Sabiduría Infinita, o Amor Infinito.

Y sabes la verdad de esa declaración de las Escrituras que dice, “Dios es amor”. Te paras en la presencia de Dios, Amor Infinito; ¡Y es un hombre!

Nuestros científicos nos hablan de una fuerza impersonal. Esto no es impersonal. Esto es muy personal. Dios es un hombre.

“Ahora eres hombre, Dios ya no,

Tu propia humanidad, aprende a adorar.”

—Blake

Porque todo aquí es Dios, y Dios siendo hombre, su propio atributo es personificado. Así que cuando te encuentres con Dios como Poder, es el hombre. Te encuentras con él como Sabiduría – es el hombre. Te encuentras con el como el Amor – es el hombre.

Les digo, este poder del que hablo, está aquí mismo en tu propia maravillosa imaginación humana. No te dirijas a otro. No te dirijas a nada en el exterior. Está todo dentro de ti. “El reino de los Cielos está dentro de ti.” (Lucas 17:21) Y Dios está en su Cielo. Si me dirijo hacia dentro, ¿a dónde me dirijo? Me dirijo a mi propia maravillosa imaginación humana, y luego imagino lo que yo quiero como si fuera real en mi mundo, y me persuado de que es verdad. En la medida en que yo me auto-persuado, se hace realidad. Realmente se viste a sí mismo en lo que el mundo llama “realidad”, pero la realidad no es la cosa visible que ellos ven. La realidad es el estado invisible, el cual yo he imaginado. Tú tomas el roble. Lo talas. Y luego se regenera por el estado invisible. El pequeño cordero – lo matas con el cuchillo, pero la realidad de ese cordero, esa forma que es para siempre, es invisible para el hombre.

Aquí, en este maravilloso mundo nuestro, tú tienes el poder. No necesitas poder financiero. Eso no funcionará. Tú no puedes comprar la salud. No puedes comprar el respeto. Bueno, puedes comprarlo por un breve momento, pero no te respetan realmente. Deja ir el dinero, y no te respetarán. No necesitas nada en el mundo del César para comprar lo que quieres. “Vengan”, se nos dice, “compren sin costo alguno, sin dinero.” (Isaías 55:1) Cuando él dice: “compren sin costo alguno”, entonces te das cuenta que no es la moneda del César lo que usas. Tú usas tu propia maravillosa imaginación humana.

Os compartiré una historia. Un amigo mío del sur fue a una peluquería. Había cuatro peluqueros. Él fue primero al jefe de los peluqueros. Y luego de la tercera visita, ese peluquero no podía atenderlo ese día, por lo que fue al cuarto peluquero – la última silla. Le gustó bastante la manera en que este peluquero le cortaba su cabello. Se pusieron a hablar, y se dio cuenta de que a este hombre le encantaba la peluquería – la amaba. Eso era todo lo que mi amigo necesitaba saber. “¿Realmente te encanta?”, él dijo, “Realmente me encanta. No haría ninguna otra cosa más que cortar cabello. Realmente me encanta.” Ahora, esto es lo que mi amigo hizo. Se imaginó que ese hombre era el dueño de la peluquería. No lo consultó con él; no lo consultó con el actual jefe de la peluquería; no lo consultó con nadie. Éste, le caía bien. Se imaginó que era el dueño, no de este local, sino de un local. Seis semanas después, el peluquero (el dueño actual) decidió vender el local. Cómo juntó el dinero, mi amigo nunca me lo dijo, pero compró el local, y movió al cuarto peluquero, el último del tarro, a jefe de peluqueros. En el último año, a este le gustaba tanto que vino aquí a esta ciudad hace dos meses, porque había una reunión aquí, un concurso entre peluqueros. Él trajo a dos de sus peluqueros con él. Uno estaba ocupado y no podía venir ese día. Trajo a dos. Ellos trajeron de vuelta – de los cinco premios – trajeron cuatro. Ganó dos – en primer y segundo lugar, y dos de sus peluqueros ganaron los otros dos premios. Acaba de entrar a otro concurso, que abarca toda la región (es decir los siete estados del oeste) y lo ganó, más mil dólares. La enorme placa está ahora en su pared, ¡y todo por el uso de la imaginación de mi amigo!

Este hombre tiene un impresionante control de este poder. Él es agente de publicidad. A principios de este año, su jefe le dijo: “Esta es nuestra mejor cuenta, y no quiero perderla, pero tú conoces la industria hoy en día. Está en ruinas, y debemos hacer algo para levantarla.” Bueno, él se sentó y dijo: “Si la imaginación crea la realidad, mi único problema será enfrentar a estos hombres que se creen tan sabios, y persuadirlos a que me permitan ir a todo pulmón con mi campaña desde la premisa de que ya es un hecho cumplido. No puedo promocionar que esta cosa es posible. Tengo que decir que ha sido testeado y probado en mis anuncios.” Él resolvió la cosa completa.

Cuando estos veinte hombres, todos multimillonarios (porque esta es una de las gigantescas industrias del mundo, es una industria internacional), cuando él resolvió la cosa completa y lo presentó ante estos veinte hombres en la junta, estos se creían estar por arriba de todo esto. Ellos estaban por encima de todo éticamente. Su código moral no lo permitía, pero mi amigo los persuadió en que así es cómo funciona la ley. Que imaginar crea la realidad. “Así que si quieres que algo sea creado, déjamelo a mí. Tomaré tu deseo y haré que ya sea un hecho. Tú tan solo menciónalo.” La primera cuarta parte de este año esa industria no sólo cesó de ir hacia abajo, sino que se dio la vuelta, y sus ganancias – no la bruta – sus ganancias para la primera cuarta parte del año fue de setenta y cinco millones de dólares más que la primera cuarta parte del año pasado – setenta y cinco millones más. Estoy hablando de una red de ganancias. Ahora, estos hombres sabios, con sus maravillosos códigos éticos, ¡lo permitieron! Vieron el dinero en el banco. Vieron todas estas cosas, y su tal llamado código ético y moral, lo tiraron por la ventana, porque vieron otro principio que ellos no conocían.

Su competidor – yo vi la carta – su competidor en el campo de la publicidad le escribió al jefe de mi amigo. Le dijo: “Sabes, me saco el sombrero por ti. Tú usas un principio que hemos usado siempre en nuestro trabajo”, (lo que era mentira, él nunca lo había usado para nada). Le dijo, “Sé exactamente lo que has hecho.” Estaba tratando de sacarle información para averiguar lo que estaba haciendo, y en su carta hace la declaración de que en realidad lo sabía y que siempre lo había usado. (Continúa): “Y nadie puede trabajar para nosotros a menos que sepan de este principio y vivan por él. No nos preocupa su pasado religioso. Podrá ser católico, protestante, judío o ateo, pero tiene que vivir por este principio.” Bueno, yo vi esa carta. Este hombre estaba tratando de sacarle información, tan solo investigando para que aquel que realmente lo consiguió se sincere, y le diga lo que hizo.

Bueno, este es el mismo de la peluquería. Va cada sábado por la mañana con cita, y el jefe peluquero lo espera puntualmente. Cada sábado, él está ahí mismo para su compadre. Él lo ama, y lo empujó desde lo último del tarro, hacia arriba. Se dio cuenta de que al hombre le gusta cortar el cabello. Eso es lo que le gusta, tan solo le encanta hacerlo. Está bien, entonces, sé el mejor. Si te gusta, sé el mejor en la profesión. Dime que es lo que quieres. Quizás quieras ser una esposa, o (piensas) “Dame un hogar”. ¿Qué hay de malo en eso? Mi madre nunca fue a trabajar. Ella tuvo diez hijos y vivió en casa con su completo grupo de sirvientes. Mi hermana nunca trabajó, así que vive en su casa con sus sirvientes. Mi esposa trabajó hasta que yo pude mantenerla. El día que podía mantenerla, le dije, “Ahora, no trabajes más”, así que dejó de trabajar. Eso fue casi dos años después de que nos casamos. Dos años después, yo podía mantenerla, así que (le dije), “De ahora en adelante, no trabajes”, y no ha tenido que trabajar desde entonces.

Así que dime qué quieres, y luego deja que me persuada a mí mismo de que lo que realmente quieres, ya lo tienes. En la medida en que yo me auto-persuada de que ya lo tienes, lo tendrás. Si no puedo persuadirme a mí mismo, entonces he fallado, pero no he malgastado la energía, porque lo intenté amorosamente. Cada vez que usas tu imaginación amorosamente en representación de otro, la usas sabiamente. Aun si no has tenido éxito en producir los resultados que estabas buscando, la has usado sabiamente. Entonces no te encontrarás con el monstruo con el que yo me encontré, pero las probabilidades son que todos en su ignorancia han creado a ese monstruo, porque todos han comenzado mal usando la energía, y se moldea a sí misma en una horrible, horrible cosa. ¿Alguna vez te has sentado y preguntado, “De dónde rayos ha venido ese pensamiento” porque no era un pensamiento amoroso? Vino de una cosa que tú has creado, aquella energía mal usada, un ser monstruoso que un día te enfrentará, y tú tendrás que redimirla, porque Cristo debe ser redimido. Y aunque él es el redentor, él también es el que debe ser redimido porque él es tan solo energía. Él es poder. Infinito poder creativo es Cristo, el poder de Dios. Así que el poder del que yo estoy hablando es tu propia maravillosa imaginación humana. Eso es Dios. Cuando les digo: “El hombre es todo imaginación, y Dios es el hombre, y existe en nosotros y nosotros en Él. El Cuerpo Eterno del hombre es la Imaginación, y eso es Dios mismo.” “El Divino Cuerpo de Jesús, y nosotros somos sus miembros.” Bueno, todos pueden imaginar, por lo tanto todos son miembros de un solo cuerpo.

Este es aquél del que se habla en el capítulo 8 de Proverbios: Yo estaba a su lado como un pequeño niño. “Aquel que me encuentra, encuentra la vida. Aquel que me erra, se lastima a sí mismo. Todos los que me odian, aman la muerte.” Así que el que lo encuentra es nacido de arriba, y, “a menos que nacieran de arriba, no pueden entrar al Reino de Dios.” (Juan 3:3) Y el nacimiento de arriba es simplemente simbolizado con un pequeño niño envuelto en fajas. No fue un pequeño evento que ocurrió hace dos mil años una sola vez y para siempre. ¡Está sucediendo! Empiezas con el arrepentimiento. Arrepiéntete, y cree la historia del evangelio. Y “arrepentirse” es simplemente desafiarte, ponerte a prueba.

¿Puedes tomar a un hombre en el punto más bajo de una peluquería, y convertirlo en jefe? ¿Puedes representártelo como uno que realmente está al cargo, alguien que le encanta y alguien que tú amas? Bueno, entonces, ¡inténtalo! Así que lo amó, lo trajo ante el ojo de su mente como aquel que realmente era importante en su vida, y el hombre simplemente ascendió de repente al puesto más alto de su tienda, y ahora ganó todos los premios de toda la zona oeste (del país). Y éste mismo, en su agencia de publicidad, hoy en día tiene carta libre. Su jefe le dijo, “¿Qué quieres?” y el jefe le da – bueno, yo diría que tres o cuatro veces al año – un enorme y gigantesco cheque de bonificación, sin que se lo pida. Quiere que se quede con él. Mi amigo no tiene deseos de renunciar, pero el jefe tiene tantas ganas de que se quede, que le da bonificaciones, una tras otra. ¿Y mi amigo? Muy bien, las acepta. ¿Por qué no debería aceptarlas?

Así que les pido a todos aquí que lo intenten. No lo escuchen solamente, inténtenlo. Eres el poder operante, no opera por sí mismo. Cuando ya sé lo que tengo que hacer, bueno, entonces, ¡lo hago! Ve a dormir esta noche. Muy bien, ¿cómo me duermo? ¿En qué estado de conciencia me duermo? ¿Como alguien no deseado? Muy bien, entonces me levantaré mañana, y me voy a encontrar siendo no deseado. Ignora los hechos de la vida y asume que eres deseado. Ignora los hechos de la vida, y asume que eres afluente, y observa como las cosas funcionan en tu mundo. Todo vendrá a ti. Estás creando con un poder que es infinito, y no necesitas ningún contacto en el mundo. No necesitas conocer a las personas indicadas ni a nada más en el mundo. Todo lo que necesitas conocer es a Cristo, y ¡Cristo es tu propia maravillosa imaginación humana! ¿Qué más necesitas conocer, más que a Cristo?