LA LEY DE LA LIBERTAD – Parte 1

Conferencia de Neville Goddard – Fecha: 13-04-1964

El tema de esta noche es “La ley de la libertad”. En esta serie les pido a todos que lo prueben, lo prueben y luego compartan con nosotros el resultado, que yo a la vez también lo compartiré con otros lo que ustedes han demostrado mediante esta maravillosa ley nuestra. Lord Lyndsay dijo una vez a un grupo de clérigos: “Ustedes, los ministros, están cometiendo un error. En sus púlpitos están defendiendo el cristianismo y nadie quiere escuchar sus argumentos. Deberían evidenciar para decir: ‘¿Funciona esto?’ Luego compártelo con el resto de nosotros”. Y eso es lo que te pido que hagas: compártelo. Te digo que funciona. Hemos encontrado lo que todo el vasto mundo ha estado buscando y funciona. Pero no lo sabrás con sólo escucharlo. Para estar convencido debes probarlo y demostrarlo, y podrás demostrarlo.

Ahora pasemos al gran libro, la Biblia. Tú juzgas hasta qué punto aceptas el testimonio de Jesús. Porque repetimos aquí, noche tras noche, que es muy importante que escuchemos el testimonio de Jesús y respondamos a él. Entonces afirmo aquí, citando a Blake, que “Todo lo que contemplas, aunque aparece afuera, está dentro, en tu imaginación, de la cual este mundo de mortalidad no es más que una sombra”. Y lo digo literalmente. Éste no es sólo un hermoso pensamiento poético debidamente expresado por Blake; lo dijo literalmente. Y por eso la Biblia hace esta declaración; la leerá en el capítulo 6 del Libro de Juan. En realidad se llama el capítulo de la secesión, porque en este capítulo se repite una afirmación audaz a lo largo del capítulo, y al final se separaron. Y la declaración que lo causó fue esta: “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo os resucitaré en el último día” (versículo 44). Y luego se nos dice que hizo una pregunta muy simple: “¿Y supongamos que vieras al Hijo del Hombre ascendiendo al cielo?” (versículo 63). No hubo respuesta; nadie le creyó. Y luego dijo: Por eso os dije que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre, nadie. Y luego dijo del evangelista que escribió la historia que ahora está editorializando y entonces dijo: Y Jesús supo desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que debía traicionarlo (versículo 64), lo supo desde el principio. quién no creyó y quién debía traicionar.

Ahora, leemos la historia cuidadosamente, y él dijo, él lo repite otra vez, “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre que me envió lo traiga.” Luego se nos dice que muchos, en ese momento, muchos de los discípulos se fueron, para nunca más caminar con él, para nunca más ir con él. Bueno, ¿Quiénes son los discípulos que se fueron? No pudieron ir hasta el final; hicieron parte del camino; pero no pudieron ir hasta el final. Ningún hombre te juzga, porque el drama está tomando lugar dentro de nosotros. Escuchamos el testimonio, ya sea que lo escuchamos desde la plataforma o lo leemos en un libro, o quizás tenemos la experiencia, pero ¿hasta qué punto podemos ir hasta el final?

Se nos dice que hay una ley, la ley de la cosecha idéntica; que: “No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla, pues todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará” (Gálatas 6: 7). Y luego se nos dice: “Y el Señor dijo: “Produzca la tierra hierba, plantas que den semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie”. (Génesis 1: 11). Sin variación, cada uno según su especie. Ahora, creo que el mundo entero va a aceptar eso en el mundo vegetal; y luego se dirigirán al mundo animal y lo aceptarán, que las palomas produzcan palomas, los hombres producen… Los hombres y mujeres producen, bueno, hombres (la especie). Entonces, podemos tomar a la ley en el mundo natural y ver que sí funciona. ¿Podemos dar un paso más allá de aquella barrera, y llevarla ahora al mundo mental? ¿Podemos ahora, realmente producir un acto mental, un acto imaginario, y observar su funcionamiento? ¿Y luego admitir, cuando veamos el fruto, que el acto imaginario fue la semilla plantada por nosotros, y la cosa que ahora vemos reflejada, es realmente el resultado, o el fruto de él? ¿Podemos aceptarlo? Bueno, podemos. Confió en que todos aquí podrán aceptar esto. Creo que la mayoría de ustedes lo harán, es por eso que están aquí. Pero ¿Puedes ir más allá, y decir que ningún hombre – y ahora, esto es literal – “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final.”? ¿Puedes ir hasta ese punto?

Bueno, ellos no pudieron ir hasta ese punto. Podían ir hasta el punto de relacionar un evento externo a un acto imaginario interno. Pero no pudieron creer ni por un momento, que encontrarse con un total extraño en el mundo, ese extraño viene para interpretar un papel en mi vida; que él no puede venir a menos que mi Padre lo traiga; y Yo y mi Padre somos uno. Yo soy el Padre y el Padre está en mí, así que nadie viene a mi vida e interpreta cualquier papel en mi vida, excepto en lo que yo lo estoy atrayendo, sea bueno, malo o indiferente. Él tan solo no podrá venir. Bueno, el hombre todavía no es lo suficientemente grande para poder aceptar tal amplio círculo. No pueden estrecharlo hasta ese punto para incluir al mundo entero; y que todo lo que está sucediendo en su vida individual, él es la causa de ello. Él no puede relacionar estos eventos, cuando son tocados por seres vivientes en el mundo, con todo lo que él ha hecho interiormente. No puede creerlo ni por un momento. Pero les digo, sean ustedes los que juzgan si lo creen o no. Porque él dijo: “Yo conozco a todos desde el principio” ¿Por qué conocía a todos desde el principio? Bueno, ¿Quién es él para hacer todo esto? ¿Acaso no se nos dijo: “¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?”? (1ra. Corintios 2: 11). Pero ¿Quién es el espíritu en ti? Les digo, es Jesucristo. “He sido crucificado con Cristo; no soy yo quien vive, sino Cristo que vive en mi”. Léanlo en el capítulo 2, versículo 20 de Gálatas. He sido realmente crucificado con él y no soy yo quien vive, sino Cristo que vive en mí. Así que el espíritu en mi sabe desde el comienzo, si yo he creído o no.

Mientras estoy sentado aquí esta noche, ¿lo creo? ¿Hasta qué punto creería en esta ley de la libertad, donde no hay ninguna cosa que está sucediendo, que yo no haya causado, ni una en mi mundo? ¿Bueno, quién me traicionó? Yo conocía aquél que me traicionó. Pero nadie puede traicionarme a menos que tengan mi secreto, les digo que nadie. No puedes traicionar al hombre a menos que tú sepas el secreto del hombre. Y para conocer el secreto del hombre, tú tienes que estar en el espíritu de ese hombre. Entonces, ¿Quién podría traicionar al hombre, sino él mismo? Por lo tanto, “Ningún hombre me quita la vida, yo la doy de mi propia voluntad… tengo el poder para entregarla, y tengo el poder para volverla a tomar.” Ningún hombre me quita la vida. Así que él sabía quién era el que lo iba a traicionar, y quién debía traicionarlo porque es él mismo. Él es auto-traicionado. Conoce los secretos hasta el punto de que todo lo que está sucediendo en su mundo es, porque él es la única causa de todas las cosas que él enfrenta, que él experimenta. No hay otra causa. Él lo sabe. Entonces, ha traicionado su experiencia creativa dentro de sí mismo. Sabe cuál es la causa de eso. La ha encontrado dentro de él mismo; su propio maravilloso imaginar humano; es el espíritu de Cristo en él, lo que es realmente la causa del fenómeno de su vida. Entonces, ahora él es auto-traicionado. Lo compartirá con el mundo, pero ¿Quién lo va a aceptar? Se lo contará al mundo y entonces los hombres juzgarán ellos mismos hasta qué punto creerán. Pero cuando él llega a esa declaración, que ningún hombre puede venir a mí a menos que el Padre que me envió lo traiga, hasta ahí llegamos.Ahora, déjenme que comparta con ustedes lo que me dieron. El caballero que está aquí esta noche, y esta es su historia como me la dio el martes pasado por la noche, luego de la reunión. Me dijo: “La semana pasada, yo estaba teniendo serias dificultades con una historia. Estaba satisfecho con el diálogo, las escenas estaban todas bien individualmente, pero por alguna que otra razón, yo no estaba satisfecho con la historia. Así que el domingo por la mañana, al darme cuenta que la historia era el problema y no mi tratamiento de la historia, hice lo siguiente. Me puse a mí mismo en los zapatos de Robert Louis Stevenson, y luego me imaginé cómo se había sentido él, luego de haber escrito una buena historia. Luego volví, y me puse mis propios zapatos y traté de igualar aquel sentimiento, que yo había imaginado que sería el sentimiento de Stevenson, de lo que habría sentido cuando produjo una buena historia.” Esa fue la técnica que él utilizó. Él dijo: “todo esto sucedió cuando yo estaba teniendo mi caminata mañanera. Cuando volví a casa, comencé a enlistar punto por punto a mi esposa, de lo que pensaba que estaba mal con la historia. Y luego, punto por punto, como si alguien estuviese parado detrás mío, y me hubiese provocado, de repente la solución para cada punto vino a mi mente, como si alguien estuviese parado detrás mío y lo pensó. Y toda la cosa vino a mi mente, punto por punto.” Ahora, él dijo: “debería agregar que, mientras yo estaba afuera, mi esposa había imaginado (la frase): ¡Cosas Maravillosas están sucediendo!, ¡Cosas Maravillosas están sucediendo!”; él dijo: “estoy seguro que tu esposa entendería que cuando un hombre está en casa todo el día, la mujer tiene que usar generalizaciones, amplias generalizaciones. Así que podrá comprender esto, porque mi esposa y yo pasamos 24 horas al día, siete días a la semana juntos; y estamos en el mismo lugar.” Él, el escritor, usa su hogar como yo uso mi hogar.

Entonces, con esa confesión hecha, él dijo: “Alrededor de una hora después, yo estaba en la ducha y estaba recordando placenteramente una experiencia de hace seis años atrás… recordando esto mismo que me sucedió hace seis años… esto de que una historia estaba siendo, o parecía ser, dictada a mí, de manera parecida, y la cosa sucedió, que alguien detrás mío me estaba dictando la historia de la hora pasada. Y parecía ser seis años atrás, según recuerdo la historia, de que esto me sucedió de manera parecida; alguna presencia me dictaba, o parecía dictarme, la historia. Y luego, me golpeó como un martillo. Porque la historia de hace seis años, aquel mismo personaje en la historia de hace seis años, era Eddie. Idéntico, hasta el último detalle, era Eddie.

Si no han estado aquí cuando contamos la historia de Eddie, déjenme que les cuente el personaje que él concibió hace seis años. Él dijo, “él, estaba un poco loco. Bueno, tú sabes, Eddie fue internado en un asilo para locos, para aquellos que estaban un poco locos.” Él dijo, “el personaje era constantemente retenido y liberado por la policía. Bueno, la policía retuvo a Eddie, y cuando el asilo no lo quiso volver a ingresar, la policía no lo quería, así que lo liberaron.” Él dijo, “por razones de la trama, le tuve que dar al personaje un rengueo en el pie, en la pierna derecha – y así también Eddie tenía un rengueo en la pierna derecha.” Él dijo, “la gente del pueblo del personaje lo trataban de la manera en que la gente en mi vecindario trataba a Eddie. El personaje vivía en una tienda fuera del pueblo; Eddie vive hoy en una tienda arriba en las colinas de Hollywood. El personaje usaba el mismo tipo de ropa, el mismo tipo de ropa que Eddie usa. El personaje tenía una fascinación con la caída atómica. De hecho él le hizo una broma al pueblo, y casi los mata de miedo, y querían lincharlo. Eddie tenía la más inusual fascinación por la caída atómica, y me dice que tiene un tubo que cuando lo frota con otro pedazo de metal, él puede causar disturbios atmosféricos en cualquier parte del planeta. Y le preocupa, porque piensa que este mal uso de su tubo el cual lo llama “aguja espacial”, es la causa de la agitación de algunas partes del mundo, como Cypress por ejemplo, así que tuvo que restringirse a sí mismo. Ahora, ha enterrado su tubo en el desierto, lo cual – dice el escritor – es quizás más seguro que donde solía guardarlo, que era debajo de mi casa.” Así que, es el mismo intenso interés. Pero, él dijo, “Esta es la increíble similitud entre estos dos – que el sentimiento que siempre he tenido por el personaje es igual al sentimiento que tenía por Eddie.”

Ahora, él dijo, “no le conté enseguida esta historia a mi esposa, quería probarlo, así que comencé a contarle a ella y describir la historia del personaje. Y omití a propósito el rengueo en la pierna derecha, porque si lo hubiera mencionado, ella hubiese pensado en Eddie automáticamente. Así que no mencioné esa característica. Luego, omití completamente en mi vocabulario, el uso de las palabras: “no deseado”, y: “rechazado”; lo cual, dicho sea de paso, al describir este personaje, él se sentía no deseado y rechazado. Pero, a pesar de estas omisiones, ella me dijo: ¡Estás hablando de Eddie!”

Y luego, dijo: “me quedé sorprendido que mi esposa, por la descripción de un personaje que yo concebí seis años atrás, podía ver, en ese personaje – y no ver a ese personaje en sí – que yo estoy hablando solamente de un personaje que ella sabe que es Eddie. Así que yo firmé esta carta un poco “preocupado”, por la simple razón de que, habiendo escrito durante toda mi vida, he creado algunos personajes que no tengo ningún apuro en conocer en la carne.” Todos han hecho esto.

Luego él dice: “Así que rápidamente me dirigí a tu libro: La Ley y La Promesa, y volví a leer el capítulo: “No existe la Ficción”. “Y ahora”, dijo, “sacándome esto del pecho, debo decir algo bueno a favor de un Dios externo y de usar velas; porque en mi estado mental presente, creo que tal cosa, la de un Dios externo, sería más confortable que ser el Dios creando todas estas cosas que están viniendo a mi mundo cuando reflexiono sobre los personajes, como escritor, yo he concebido y proyectado en la pantalla; personajes que realmente no tengo apuro por conocer, no en la carne.” Luego dijo, “espero que guardes esta carta en un lugar seguro, porque si alguna vez necesito prueba de insania, la tendría. Guárdala en un lugar seguro, y el día que la necesite para probar mi propia sanidad, bueno, aquí está la prueba.”

Este caballero ha ido hasta el final. Y ahora está dispuesto, por su confesión en su carta, a admitir que el personaje es Eddie, el que aparentemente vino por accidente luego de una gran tormenta; cuando todos los autos fueron lavados en el vecindario y Eddie no tenía trabajo por el día; y haciendo dedo para llegar a la colina, posiblemente donde él vivía en su tienda, este caballero amablemente le dio un aventón, y la amistad comenzó allí. Porque fuera de esta amistad, (de la cual dijo que el mismo sentimiento intenso que sentía por Eddie, lo sentía por su personaje) no tienen ningún punto de encuentro social. No andan en los mismos círculos sociales, círculos intelectuales, círculos financieros, y aun así había un sentimiento más cercano, estoy seguro, hacia Eddie, que hacia la decimonovena parte de aquellos que se movían en su círculo. Y él es el que creó a Eddie. Así que les digo, que todos… quizás no reconozcan al personaje. Quizás no eres un escritor, ni has escrito al punto tal que puedas recordar al verdadero personaje que has creado de la nada misma, y que hubieras producido y visto la producción tú mismo, y llevado a otros a ver el personaje. Pero él lo recordó. Y luego se cruzó en carne y hueso al personaje que él había concebido seis años atrás. Entonces, como en el capítulo 6 del libro de Juan: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final.” Yo lo resucitaré en el día final. Le conté a este caballero exactamente cómo él lo va a resucitar. El día vendrá… y cuando dice “el día final”, no se refiere a un día de veinticuatro horas. Significa el último día del viaje de la cuna a la tumba, cuando sea tu última vez aquí, y ya no estarás más en la rueda de recurrencia.

Y cuando le llegue al individuo la última fase, él tendrá esta experiencia. Cuando menos lo espere; nunca nadie le habló al respecto; y quizás cuando te lo cuente ahora, te lo olvidarás, y olvidan las escrituras, así que cuando suceda, vendrá como una maravillosa y placentera sorpresa, porque no tienes memoria de que lo hayas escuchado de mis labios. Pero mientras que no lo sabías, nunca escuchaste sobre esto, nadie te contó sobre esto, y alguna noche – o vendrá en el día; en mi caso pareciera que siempre venía a las horas de ir al baño por la mañana – de repente serás retorcido desde adentro tuyo, como un sacacorchos, y a través de tu cráneo, tú saldrás. Y estarás vestido del cuerpo más glorioso de fuego y aire. Es así de luminoso… no necesitas estrellas, ni sol, ni luna para iluminar tu camino. Y un coro celestial llamará tu nombre, sea cual fuere tu nombre, y pronunciarán tu nombre y dirán: “¡Él ha resucitado!”; No dirán: “él” ha resucitado, sino el nombre, digamos que te llamas Juan, entonces: “¡Juan ha resucitado!”, “¡Juan ha resucitado!”, lo repetirán; y luego este coro cantará, el más glorioso y celestial coro cantará tus alabanzas porque tú has resucitado.

Y luego vendrás a un mar de imperfección infinita, de imperfección humana. El rengo estará allí, el ciego, el paralítico, el atrofiado, todo lo que tú has concebido, todo tomando forma humana; y te están esperando a ti, el redentor, para que los redimas. Y a medida que te deslizas, pareciera como que pasas deslizándote, todos serán transformados a la imagen de la perfección. Tú no levantas ni un dedo para que suceda. La gente ciega obtiene la vista perfecta, los sordos pueden oír, el rengo, el paralítico y el atrofiado, todos dejan de ser lo que eran a medida que pasas por allí. Y cuando llegas al final, y el último ha sido terminado y todos están perfectos, entonces el mismo coro celestial te exaltará y clamará: “¡está terminado!” el último llanto en la cruz. Y luego tú, a raíz de asuntos sin terminar, volverás aquí para completarlos, para contarlo, y quizás para dejarlo de una forma más permanente, en la forma de una imagen o historia. Pero lo contarás de una forma más permanente que la que tú, hasta al momento, has experimentado, porque eso es para siempre hasta donde tú sabes. Pero la contarás para el beneficio de otros; y la dirás en voz alta si es necesario; volverás aquí para completar algunos años que todavía te quedan, porque tu final está cerca.

Todos los que has creado tienen que ser resucitados. Todos tienen que ser transformados a la perfección, para que estén conforme a ti cuando tú seas resucitado. En ese mismo instante, tú eres perfecto, y entonces a medida que pasas caminando, tú los moldeas en armonía con la perfección que emana desde adentro tuyo. Y lo haces sin esfuerzo, sin tener un pensamiento; estás más allá de la mente conceptual.

No estás preocupado por estas personas, tú simplemente caminas al pasar, sabiendo en las profundidades de tu alma que todo está perfecto; y todos son reformados y moldeados en armonía con esa perfección que emana desde adentro tuyo. Así que se te dijo: “Si yo soy levantado de la tierra, yo elevaré a todos los hombres”. Los voy a reformar y transformar.

Así que ningún hombre viene a menos que yo lo llame. Entonces, si yo llamo a Eddie con un rengueo… y luego la memoria no me falla; estoy dándome una ducha, y de repente estoy contento recordando una historia de hace seis años atrás, y mientras la recuerdo y pienso en ella, de repente me doy cuenta… que he caminado estos dos últimos años en la compañía de uno que yo mismo creé, y no lo había reconocido. Aquí hay un hombre en mi propio mundo y por dos años ha estado en mi vida, y era un íntimo en mi mundo, pero no reconocí mi propia creación. Porque eso es lo que hace el mundo entero durante todo el día. Atrae solo lo que le pertenece, pero no reconoce su propia creación. Ningún hombre viene a mí salvo que yo lo traiga, porque: “mi Padre y Yo somos uno”. Así que no puede venir a menos que mi padre lo traiga. No puede venir, a menos que YO lo traiga, porque YO y mi Padre somos uno. Por lo tanto, estoy atrayendo a cada ser, hacia mi mundo, sea bueno, malo o indiferente.

Entonces, cuando pienso que: “él está equivocado”, y se cruza por mi camino por la mañana, en la tarde, y en la noche – y digo: “él no es bueno, no puedes confiar en él”, ¿A qué parte de mi mundo puedo volver hacia atrás?, ¿Hacia ese momento en que yo desconfié de mí mismo, cuando yo no podía confiar en mí mismo? No podría, tendría miedo de mi propio comportamiento si se me diera la oportunidad. Si yo creyera que podría salirme con la mía, quizás lo intentaría. No necesito ser un autor para sentarme y escribir la historia; podría interpretar la historia. Podría entrar en una tienda, y si nadie tuviera los ojos puestos en mí, y yo pensara que nadie me está mirando, yo podría contemplar con placer, un acto que si me atraparan sería de lo más embarazoso para aquellos que me aman, yo podría hacerlo. Si en el pasado, alguna vez contemplé esa idea, alguien se cruzará por mi camino y vendrá directo hacia mi mundo, e interpretará ese papel directo en mi mundo. Yo podría condenarlo por eso, pero al condenarlo a él me estoy condenando a mí mismo, porque él es mi propio ser siendo testigo de mi propia creación… solo siendo testigo.

Yo conté la historia una vez aquí, hace muchos años. Era una historia muy íntima, y ciertamente no la conté para inflar ningún ego aquí, sino para entusiasmar a cada persona en este mundo a perdonar a cada ser en este mundo. Porque tú eres la causa del comportamiento de todos aquellos que estás observando en este mundo. Y la conté de la manera más íntima porque tocó algún nervio forzosamente. Y yo fui severamente criticado por la audiencia, a causa de esto, y fui criticado al mes siguiente, por la esposa del caballero que me trajo a esta ciudad para dar una serie de conferencias. Ella me dijo: “Neville, yo pensé que eso era muy, muy inapropiado, y muchos te han criticado por ello. Me han escrito cartas y no puedo decirte de las tantas cartas que recibí que eran muy, muy duras, por lo que dijiste en la plataforma.” Yo le dije: “No lo conté por ningún otro propósito más que el de mostrarles a todos que ellos son la causa de los malos comportamientos de otros que ellos condenan. Ellos son la causa de eso.” Traté de explicarle que no estaba condenando a la persona. Me estaba poniendo a mí mismo… yo era la causa de su arresto, la causa de sus acciones.

Y esta es la historia. Yo estaba casado, separado ya hace quince años; sin divorcio y sin separación final; sin separación legal pero separado. Me casé a los 18 años, fui padre a los 19, y me separé a los 20, y luego por los próximos quince años vivimos en nuestras vidas separadas, y solo nos veíamos en la corte, cuando ella me obligaba a ir por no pagar pensión conyugal. Esa era la única vez que nos veíamos. Siempre salía de la corte con una reducción, siempre, una detrás de otra. Las siete veces anteriores, el juez dio el fallo de esta manera. Finalmente ella se dio cuenta: “Será mejor no llevarlo más, no habrá ni una cosa más para sacarle.” La próxima vez ella no recibiría nada. Así que esa era la situación.

Un día, yo sabía que quería casarme con una cierta persona, la cual es ahora la madre de mi hija. Pero yo tenía toda esta vida personal enredada – no estaba separado legalmente. No podía obtener un divorcio en la Ciudad de Nueva York salvo bajo una condición – la ley más arcaica del mundo – por lo tanto nada más que conspiraciones suceden en las cortes de divorcio en Nueva York. Porque la cosa entera está forzada sobre el hombre por esta ley arcaica. Sin embargo, yo quería este divorcio. Luego, una amiga mía íntima le contó a ella, que yo quería el divorcio, y le dijo que se fuera de la ciudad, que saliera de la ciudad. Mi amiga no quería que me divorcie y me case con la chica con la que me casé eventualmente. Entonces, yo pensé, “está bien, ahora aplicaré esta ley”, y dormí como si ya estuviera felizmente casado con la chica que ahora lleva mi nombre. Al final de la semana, mi pareja de danza, la cual pensé que era la que le habría contado y quien le había dicho que volara, (y sí, fue ella), vino a mí y me dijo que me veía como a un hermano, solo como a un hermano. Ella nunca podría casarse conmigo porque no tenía esos sentimientos hacia mí. Bueno, eso me puso muy feliz.