“…el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” Juan 3: 3.
“Pero uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua.” Juan 19: 34.
“Este es el que vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no sólo con agua, sino con agua y con sangre.” 1era. de Juan 5: 6.
Según el evangelio y la epístola de Juan, el hombre no solo debe “nacer de nuevo”, sino que debe nacer de nuevo de agua y de sangre. Estas dos experiencias internas están vinculadas con dos ritos externos – bautismo y comunión. Pero los dos rituales externos – el bautismo, que simboliza el nacimiento por agua, y el vino de la comunión, que simboliza la aceptación de la sangre del Salvador, no pueden producir el verdadero nacimiento o la transformación radical del individuo, lo que le fue prometido al hombre. El uso externo de agua y vino no pueden traer el cambio mental deseado. Debemos, por lo tanto, buscar el significado oculto detrás de los símbolos de agua y sangre.
La biblia usa muchas imágenes para simbolizar la verdad, pero las imágenes utilizadas, simbolizan la verdad en diferentes niveles de significado. En el nivel más bajo, la imagen que se utiliza es la piedra. Por ejemplo:
“…la piedra sobre la boca del pozo era grande. Cuando todos los rebaños se juntaban allí, entonces rodaban la piedra de la boca del pozo y daban de beber a las ovejas…” Génesis 29: 2, 3.
“… Se hundieron a las profundidades como una piedra.” Éxodo 15: 5.
Cuando una piedra bloquea el pozo, significa que la gente ha tomado a estas grandiosas revelaciones simbólicas de la verdad, de manera literal. Cuando alguien hace rodar la piedra, significa que un individuo ha descubierto debajo de la alegoría o parábola, su germen de vida psicológico o significado. Este significado escondido que yace detrás de las palabras literales, es simbolizado por el agua. Es ésta agua, en forma de verdad psicológica, que él entonces, ofrece a la humanidad.
“…ovejas de mi pasto, sois hombres” Ezequiel 34: 31.
El hombre de mentalidad literal que rechaza la “copa de agua” – la Verdad psicológica- que se le ofrece, “se hunde a las profundidades como una piedra.” Permanece en el nivel donde ve todo con pura objetividad, sin relación subjetiva; podrá cumplir con todos los mandamientos – escritos en piedra- literalmente, y aun así desobedecerlos psicológicamente durante todo el día.
Por ejemplo, él podrá no robar literalmente la propiedad de otro, y aun así ver al otro en necesidad. El ver a otro en necesidad, es robarle su derecho de nacimiento como hijo de Dios. Porque somos todos “Hijos del Altísimo”.
“y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo…” Romanos 8: 17.
Saber qué hacer ante un aparente infortunio, es tener “la copa de agua” – la Verdad psicológica- que podría salvar la situación. Pero tener tal conocimiento no es suficiente. El hombre no solo debe “llenar las vasijas de piedra para agua, con agua” – es decir, descubrir la verdad psicológica – sino que debe convertir el agua en vino.
Esto lo hace al vivir una vida de acuerdo a la verdad que él ha descubierto.
Solo con tal uso de la verdad él puede “probar el agua hecha vino…” – Juan 2: 9.
El derecho de nacimiento del hombre es ser Jesús. Él nació para “salvar a su pueblo de sus pecados…”, Mateo 1: 21.
Pero la salvación del hombre es “no sólo con agua, sino con agua y con sangre.”
Solamente saber qué hacer para salvarte a ti mismo o a otro no es suficiente; también debes hacerlo.
El conocimiento de qué hacer es agua; hacerlo, es sangre.
Este es aquel que vino “no mediante agua solamente, sino que vino mediante agua y sangre.” El misterio completo está en el uso consciente y activo de la imaginación para apropiarse de aquel estado de conciencia particular que te salvaría a ti o a otro, de su limitación presente. Las ceremonias externas no pueden cumplir esto.
“…y allí os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle; y donde él entre, decid al dueño de la casa: “El Maestro dice: ‘¿Dónde está la habitación de invitados en la que pueda comer la Pascua con mis discípulos?’” Y él os mostrará un gran aposento alto, amueblado y preparado; haced los preparativos para nosotros allí.” Marcos 14: 13, 14, 15.
Lo que sea que desees, ya está “amueblado y preparado.” Tu imaginación puede ponerte en contacto internamente con ese estado de conciencia. Si imaginas que ya eres aquel que deseas ser, tú estás siguiendo al “hombre que lleva un cántaro de agua.” Si permaneces en ese estado, habrás entrado en la habitación de invitados – La Pascua- y has entregado tu espíritu a las manos de Dios – tú conciencia.
El estado de conciencia de un hombre es su demanda en el Infinito Almacén de Dios, y, según la ley de comercio, una demanda crea provisión. Para cambiar la provisión, debes cambiar la demanda – tu estado de conciencia. Lo que deseas ser, es lo que debes sentir que ya eres. Tu estado de conciencia crea las condiciones de tu vida, en vez de ser las condiciones las que crean tu estado de conciencia. Saber esta verdad, es tener “el agua de la vida.”
Pero tu Salvador – la solución a tu problema- no puede ser manifestado tan solo por tal conocimiento. Sólo puede manifestarse cuando tal conocimiento es aplicado. Solo al asumir el sentimiento de tu deseo cumplido, y permanecer en él, es tu “costado traspasado; de donde salió sangre y agua.” Solamente de esta manera es Jesús – la solución a tu problema- manifestado.
“porque debes saber que en el gobierno de tu mente, tú eres tu propio señor y amo, tal es así que no habrá fuego que se eleve en el círculo o completa circunferencia de tu cuerpo y espíritu, a menos que lo hayas despertado tú mismo.” Jacob Boehme.
Dios es tu conciencia. Sus promesas son condicionales. A menos que la demanda – tu estado de conciencia- sea cambiada, la provisión – las condiciones presentes de tu vida- permanecerán iguales. “así como perdonamos” – así como cambiamos nuestra mente – la Ley es automática. Tu estado de conciencia es el origen de la acción, la fuerza que dirige, y aquello que crea la provisión.
“Pero si esa nación contra la que he hablado se vuelve de su maldad, me arrepentiré del mal que pensaba traer sobre ella. Y de pronto puedo hablar acerca de una nación o de un reino, de edificar y de plantar; pero si hace lo malo ante mis ojos, no obedeciendo mi voz, entonces me arrepentiré del bien con que había prometido bendecirlo.” Jeremías 18: 8, 9, 10.
Esta declaración de Jeremías sugiere que existe un compromiso si el individuo o nación realizara su objetivo – un compromiso a ciertas actitudes fijadas de la mente. El sentimiento del deseo cumplido es una condición necesaria en la búsqueda del hombre por su objetivo.
La historia que estoy por contarles muestra que el hombre es lo que el observador tiene la capacidad de ver en él: que lo que él aparenta ser es un índice directo del estado de conciencia del observador. Esta historia es, también, un desafío para todos nosotros, para que “derramemos nuestra sangre” – para que usemos nuestra imaginación amorosamente para otros.
No hay día que pase, que no nos permita la oportunidad de transformar una vida, a través del “derramamiento de nuestra sangre.”
“Sin derramamiento de sangre no hay perdón.” Hebreos 9: 22.
Una noche en la Ciudad de Nueva York, fui capaz de revelar el misterio del “agua y sangre”, a una maestra escolar. Yo había mencionado esta declaración de Hebreos 9: 22, y continúe explicando el entendimiento de que no tenemos esperanza salvo en nosotros mismos, que es el descubrimiento de que Dios está dentro de nosotros – que este descubrimiento hace que las obscuras cavernas del cráneo se iluminen, y sabemos que: “el espíritu del hombre es la lámpara del Señor” – Proverbios 20: 27, y que este entendimiento, es la luz que nos guía con seguridad sobre la tierra.
“Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara, A cuya luz yo caminaba en la oscuridad.” – Job 29: 3.
Sin embargo, no debemos mirar a esta radiante luz de la cabeza como si fuera Dios, porque el hombre es la imagen de Dios.
“Dios aparece, y Dios es luz, para aquellas pobres almas que viven en la Noche; pero despliega una Forma Humana, Para aquellos que viven en los reinos del Día.” William Blake.
Pero este debe ser experimentado para saberlo. No hay otra manera, y no hay experiencia de otro hombre que pueda sustituir la nuestra.
Le dije a la maestra que su cambio su actitud respecto a otro, produciría un cambio correspondiente en el otro; que tal conocimiento es el verdadero significado del agua mencionada en la 1era. de Juan 5: 6, pero que tal conocimiento por sí mismo no era suficiente para producir el re-nacimiento deseado: que tal re-nacimiento podría suceder solamente por “agua y sangre”, o la aplicación de esta verdad.
El conocimiento de qué hacer es el agua de la vida, pero hacerlo es la sangre del Salvador. En otras palabras, un poco de conocimiento, si se lo lleva a cabo a la acción, es más rentable que mucho conocimiento que descuidamos en llevar a cabo a la acción.
Mientras yo hablaba, había una alumna que continuaba apareciendo en la mente de la maestra. Pero esto, pensó la maestra, era un caso muy difícil para probar la verdad de lo que yo le estaba diciendo respecto al misterio del renacimiento. Todos sabían, tanto los alumnos como los maestros, que esta alumna en particular era incorregible.
Los hechos externos de su caso eran estos: los maestros, inclusive el Director y el Psiquiatra de la escuela, se habían reunido para juzgar a la alumna justo unos días antes. Habían llegado a la unánime decisión de que la chica, por el bien de la escuela, debería ser expulsada cuando cumpliera dieciséis. Ella era maleducada, grosera, inmoral y usaba el lenguaje más vulgar. Faltaba un mes para la destitución.
En su camino a casa, esa noche, la maestra se preguntaba si podría realmente cambiar su perspectiva respecto a la chica, y de ser así, ¿podría la alumna experimentar un cambio de comportamiento porque ella misma experimentó un cambio de actitud? La única forma de averiguarlo sería intentándolo. Esto sería un gran proyecto porque implicaría asumir responsabilidad completa por la encarnación de los nuevos valores de la alumna. ¿Se atrevía ella, a asumir tan grande poder – tan creativo y divino poder? Esto significaba un completo cambio, contrario a las actitudes normales del hombre hacia la vida, pasar de: “Yo lo amaré, si él me ama”, a: “él me ama,porque yo lo amé primero.” Esto era demasiado como jugar a Dios.
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” 1era. de Juan 4: 19.
Pero no importaba cuánto tratara ella de refutarlo, el sentimiento persistía en que mi interpretación le dio significado al misterio del re-nacimiento por “agua y sangre.”
La maestra decidió aceptar este desafío. Y esto fue lo que hizo:
Trajo la cara de la niña al ojo de su mente y la vio sonreír. Escuchó e imaginó que ella oía decir a la chica: “Buen día.” Esto es algo que la alumna jamás había hecho desde que iba a esa escuela. La maestra imaginó lo mejor posible sobre esa chica, y luego escuchó y vio como si hubiera oído y visto todo lo que escucharía y vería luego de que estas cosas sucedieran. La maestra hizo esto una y otra vez hasta que se persuadió a sí misma en que esto era verdad, y luego se quedó dormida.
A la mañana siguiente, la alumna entró a la clase y sonriendo dijo: “Buen día”. La maestra estaba tan sorprendida que casi no respondió, y, confesándose, buscó durante todo el día, señales que indicaran que la chica había vuelto a su comportamiento anterior. Sin embargo, la chica continuó en el estado transformado. Ya para el fin de semana, el cambio había sido notado por todos; y se hizo una segunda reunión de maestros donde la decisión de expulsarla fue revocada. Como la niña permaneció amistosa y agradable, la maestra tuvo que preguntarse a sí misma, “¿Dónde estaba la niña malvada en primer lugar?”
“Porque Compasión, Piedad, Paz, y Amor es Dios, Nuestro padre querido, y Compasión, Piedad, Paz, y Amor es el hombre, Su hijo y su cargo.” – La Imagen Divina, William Blake.
La transformación es en principios, siempre posible, porque el ser transformado vive en nosotros, y es solo una cuestión de hacerse consciente de él.
La maestra tuvo que experimentar esta transformación para saber el misterio de “sangre y agua”; no había otro camino, y ninguna experiencia de otro podría haber sido sustituta de la suya propia.
“… en quien tenemos redención por medio de su sangre.” Efesios 1: 7.
Sin la decisión de cambiar su mente respecto a la niña, y el poder imaginativo para llevarlo a cabo, la maestra nunca hubiera podido redimir a la alumna. Nadie puede conocer el poder redentor de la imaginación, sin que haya “derramado su sangre”, y probado la copa de la experiencia.
“Una vez que leas tu propio corazón correctamente, ¡habrás terminado con los miedos! El Hombre no obtiene otra luz, aunque la busque por miles de años.” – Matthew Arnold.